Nuestra forma de evitar a los piquetes

Como habréis podido leer más abajo, hoy era día de huelga. Y proponía algunas formas para esquivar a los piquetes si finalmente nos tocaba trabajar.
De igual modo, os animaba a que pusieseis vuestras propuestas...y una vez más habéis pasado del tema...

Así que al final hemos tenido que poner en práctica nuestra forma de librarnos de los piquetes...
Y cual ha sido?? pues a continuación podéis leerla:

El día comenzó, la noche anterior, cuando nuestros compis fueron a por unas pizzas para cenar y nos informaron que ya se veían piquetes por las calles....

A la mañana siguiente, madrugamos para desayunar a las 8.
El plan era simple, íbamos a ir vestidos de calle, para no levantar sospecha y al mínimo indicio de piquetes, coger carretera y manta y volver a nuestra querida ciudad para subir al día siguiente.
Pues, se puede decir que el plan resulto un absoluto fracaso.

Resulta que de los cuatro que estábamos, solo uno y además, el menos esperado, verdad becario???, fue con ropa de calle.
El desayuno, no resulto ser muy agradable, pues la napolitana que me pedí, no es que fuera del día anterior, noooo, es que era de siglo anterior...
Luego, para rematar, aparece por la cafetería Mr. Bean, que no se parecía a Mr. Bean pero que movía los brazos como si fueran independientes del resto de su cuerpo...Un bicho raro, que afortunadamente nuestro contacto con él, no paso de ahí.

Cuando llegamos al coche y avanzamos los primeros metros, empezaron las coñas de que si no había piquetes que si tal que si cual...
Pero un par de kilómetros mas adelante, apareció una barricada, detrás de la cual, había una hoguera y unos piquetes con más frío que un tonto y que se limitaban a decirle a los coches que dieran la vuelta con un gesto de manos. Pero ni porras, ni bates de béisbol ni nada que pareciese agresivo o amenazante.

El caso es que nos dimos la vuelta y cuando, todo parecía indicar que nos íbamos para casa, al encargado se le ocurre la genial idea, de probar a entrar a la nave donde teníamos que trabajar, por la parte de atrás.
Bueno no se puede decir parte de atrás, per sé, sino más bien otra puerta al polígono, tan válida como la otra.

A medida que nos acercábamos a la entrada, íbamos mirando por todos lados, no sea que algún piquete nos estuviera esperando.
Lo único que vimos fue una pareja mayor que al pasar el coche aceleraron el paso, sospechosamente.
Si he de ser franco, diré que el hombre de dicha pareja, me causo más temor, que todos los piquetes frioleros juntos.

Al llegar a la nave, metimos el coche dentro por lo que pudiera pasar.
Y unos trabajadores un poco caguetas, al ver que un coche recorría el polígono, buscando esquiroles, se habrían cortado un poco y harían el menor ruido posible, pero nosotros nooooooo.
Nosotros cogimos un toro eléctrico que hacía más ruido que un elefante en una cristalería...
Pero lo cierto es que los piquetes, además de frioleros, eran sordos, porque sino no se explica.

A la hora de comer, teníamos la curiosidad de si nos verían los piquetes salir de la nave. Pero la curiosidad se esfumo pronto, al ver que no había ni el Tato, por allí cerca.

El segundo momento malo del día, llego cuando entramos al restaurante a comer:
Estaba petado de gente, cosa inusual, los demás días anteriores. Y todo el mundo se nos quedaba mirando como si fuésemos bichos raros...

El siguiente plan fue, decir en voz alta donde estábamos trabajando, por si había algún piquete avispado, MISIÓN IMPOSIBLE, que se quedaba con la copla y cuando fuésemos a currar por la tarde nos impidiesen la entrada. Y así, tener que venir al día siguiente a terminar la faena, con la consiguiente subida de sueldo en un día más de trabajo...
Pero nuestro nuevo plan se vino abajo casi tan rápido como el primero y a las 5 de la tarde ya nos veíamos montados en el coche, camino a casa.

Pero el día no acabo sin que el coche volviese a darnos otro espectáculo de luces y sonidos advirtiéndonos que en cualquier momento va a pegar el petardazo y con nosotros dentro.
Pero eso a mi jefe, es un tema que parece no preocuparle en exceso.