Los chicos del barrio

Venía yo hoy hablando con mi hermano en el coche, de aquellos tiempos en los que eramos mucho más jóvenes y quedábamos toda la chavalería de mi portal a jugar.

Todo esto ha venido, a que, al salir de casa de mis padres, nos hemos cruzado con una vecina que formaba parte de la pandilla que solíamos quedar para jugar.
Porque, dio la casualidad, que en un portal de 16 vecinos, que tampoco es un número muy abultado, nos juntamos una cantidad considerable de chavales.

En la planta baja, estaban por un lado Jesús y Teresa.
Jesús, a pesar de ser de mi edad, siempre fue por libre así que no lo considero de la pandilla. Pero Tere, que precisamente es la chica que nos cruzamos al salir de casa, a pesar de ser unos 4 años menor que yo si que formaba parte de la pandilla, siendo la más pequeña de todas y gracias a la cual yo llegue a conocer el término, "Cascarón de huevo".
Que no era otra cosa más que, cuando jugábamos a algo de "quedarsela" o "pocharla", ella, al ser la más pequeñita, nunca se la quedaba y es como si fuera de oyente para que os hagáis una idea.
Participaba en todo, pero ya sabías que ir a por ella, era una pérdida de tiempo porque aunque la cazaras no ibas a conseguir nada.
Pero claro, eso tenía un efecto contrario, porque sin embargo, si que podía salvar a la gente en juegos como el rescate, por ejemplo.
De Tere también recuerdo que tenía "Vegetaciones" que para mi simplemente era que no hablaba del todo bien, como si tuviera siempre la nariz taponada.

En la misma planta baja, justo enfrente de Tere, vivía Sonia. Sonia era la menor de 6 hermanos, que a pesar de coincidir algunos de ellos en edades con nosotros, no llegaron a formar parte de la pandilla.

En el primer piso, estaban las hermanas Belén, Mónica y más tarde llegaría María José, que si que era menor que Tere pero que cuando ella pudo tener uso de razón la pandilla se había disuelto.
En la misma planta estábamos los tres hermanos, Jorge, Carlos y yo. A Jorge (el guevarista), le paso como a Jesús, que iba por libre o quizás es que le pillo algo viejo todo esto de la pandilla. Aunque bien es cierto que de vez en cuando si que se apuntaba a algunas cosas, pero muy pocas.
Carlos sin embargo, aun siendo mayor que yo, fue de los últimos que aguantó.

En el segundo piso, sólo estaba Raquel, la hija del camionero, como conocíamos a su familia.
Raquel, era el patito feo entre las chicas, solo por el hecho de llevar gafas.
Pero como todo cuento de patito feo que se precie, al final se convirtió en cisne.
Pues, aunque ahora no se que es de su vida, se que un tiempo estuvo dedicada a la profesión de modelo.
Y en la tercera y última planta, estaban los hermanos Juancho, Manolo y Javi, quien fuera mi mejor amigo de la infancia y pubertad, hasta que conocí a los impresentables de la minipandi.
De estos tres hermanos puedo destacar un par de cosillas:
Que tenían al único padre de familia al que le he tenido MIEDO. Era un autentico Sargento de Hierro.
Cuando estabas en su casa, estabas con miedo.
No era extraño ver, que cuando alguno de sus hijos hacia algo, digamos, cuestionable, una señora Ostia volaba desde su brazo hasta la cara del infractor.
Y creo que sus hijos aprendieron tan bien el cuento, que el pobre Javi, alguna vez le tocó recibir más de una sin tener mucha culpa de ello.
Y, como había dicho que destacaría dos cosas, la segunda, sin duda, serían los bocadillos de salchichas que siempre les preparaba su madre.

Así que ya veis; Tere, Sonia, Belén, Mónica, Carlos, yo, Raquel, Juancho, Manolo y Javi.

Y si me apuráis se pueden meter en el grupo a Jesús y Jorge.
A lo que voy es que nos juntamos unos cuantos chicos en épocas en las que no era nada raro estar todo el día en la calle jugando a multitud de juegos.
Arce la maya, arce el bote(bote botero), el escondite, Stop, las cuatro esquinas, el brilé , Torito en alto, Madre de los peligros, el clavo, Churro va, El pollito Inglés, Abuelita tengo carta, etc...
O más conocidos como las chapas, los bolindres, el disco, tenis, baloncesto, fútbol, etc...

La verdad es que no recuerdo el punto exacto en que dejamos de quedar. Supongo que pasó cuando alguno de nosotros se puso a trabajar y dejo de tener tanto tiempo libre.
O quizás paso cuando pasamos al Instituto y empezamos a juntarnos con otros amigos, aunque bien es cierto que en el colegio, yo no coincidí con ninguno de mis vecinos. Así que no debería servir de excusa eso del Instituto.

Creo que nos hacemos mayores y vamos dejando atrás aquellas cosas de chiquillos y tal vez, los amigos de la infancia sean un daño colateral a todo este cambio.

Ojalá algún día nos juntásemos todos y reviviéramos todos aquellos recuerdos, porque con el paso del tiempo, cada vez me quedan menos recuerdos...